Textualidades nuevas

Concepto

 

La textualidad digital es la generada por diversas clases de textos y mensajes reproducidos mediante la convergencia tecnológica y las condiciones culturales nuevas de la era digital, así pues las nuevas textualidades están estrechamente unidas a los medios digitales.

El artículo de Thomas, Laccetti, Mason, Mills y Perril (2007) define transliteracidad como «la habilidad de leer, escribir e interactuar a través de varias plataformas, herramientas y medios, desde la escritura y la oralidad, pasando por el manuscrito, la imprenta, televisión, radio y cine, hasta las redes sociales digitales», y abre el debate con ejemplos desde la historia, la oralidad, la filosofía, la literatura y la etnografía.

La transficcionalidad, un concepto desarrollado por la escuela de Laval (Richard Saint-Gelais), es la construcción de un universo imaginario complejo a través de una red de obras cuya organización no es lineal, sino que forman conjuntos transficcionales a través de los cuales el receptor puede viajar e interactuar. La transficcionalidad supone la puesta en relación de dos o más textos sobre la base de una comunidad ficcional. Por otra parte, prácticas tan distintas como el videomaping, los podcasts o la geolocalización están generando entornos textuales multisensoriales nuevos y una diversidad de herramientas (Borrás, 2005), que hoy se relacionan con el concepto de diálogo intertextual y de discursos híbridos, y que subrayan la analogía del texto como fluido (Martos, 2006).

 

Análisis

 

Diversos autores trabajan en las intersecciones de las disciplinas humanistas, sociales, y tecnológicas, indagando las nuevas formas de transliteracidades. Así, Alan Liu, de la Universidad de California, y Sue Thomas, del Institute of Creative Technologies (IOCT) de la Montfort University, usan el concepto clásico de transliteración (por ejemplo, escribir palabras griegas con alfabeto latino) para aplicarlo a la diversidad de plataformas de comunicación e instrumentos, de forma que se cohesionen modos de comunicación relevantes para la lectura, la escritura, la interpretación y la interacción. El modelo hegemónico del alfabetismo basado en la impresión no debe hacernos olvidar que muchas personas podían solamente leer, leer y escribir, o ninguna de las dos cosas, y solo con la imprenta se afianza dicho modelo de alfabetismo. Susie Andretta, de la London Metropolitan University, retoma el concepto de Sue Thomas, y entiende la transliteracidad como «la habilidad de leer, escribir e interactuar por el rodeo de una variedad de plataformas, de herramientas y de medios de comunicación». Subyace la idea de recorrido a través de diferentes alfabetismos para construir el mensaje, de forma que se puedan tender puentes o pasarelas entre diversos lenguajes. El más evidente es la interrelación de la escritura con las artes plásticas, desde la caligrafía antigua a las prácticas más vanguardistas, como las instalaciones de Charles Sandison.

 

 

El concepto de transliteracidad implica una síntesis entre la habilidad textual clásica y la de diferentes tipos de medios (alfabetismo multimedia). Ahora bien, la habilidad textual se apoya mucho en la secuencialidad; la habilidad mediática no es lineal y exige la participación, la interactividad. Cabe destacar dos puntos importantes: es un concepto abarcador y global, y reposa sobre prácticas participativas.

Por su parte, la transficcionalidad supone un mecanismo que rebasa los marcos estrictos del dominio literario, alumbrando los fenómenos culturales más sobresalientes de nuestra época. El mundo de lo impreso, el cine y la televisión tienen cada vez más recursos con formatos en serie, que vienen a cuestionar las fronteras tradicionales impuestas por las nociones de obra y de autor. Es decir, la transficción se vincula a la ficción seriada (saga), la cual se caracteriza por ser porosa a distintos lenguajes y soportes. Lo específico de la narración seriada no es la longitud, sino los cortes que impone, la espera y, por tanto, la interacción necesaria con el lector, la importancia de la recepción, que realimenta al autor o a los autores. En suma, es la expansión de una historia a través de la narración en serie o en distintos lenguajes. El resultado es la construcción de un universo imaginario complejo (cronotopía) a través de un haz de obras cuya organización no es lineal, sino que permite tránsitos de unos lenguajes a otros y exige un lector multimedial. Repercute en ella todo un merchandising, pero también la reacción espontánea del público (fandom).

En realidad, encontramos categorías semióticas, literarias, dentro de los estudios culturales que insisten en esta orientación que refleja el prefijo transde «recorrido a través de» los distintos lenguajes o códigos: transficcionalidad (Saint-Gelais), transtextualidad (Genette), transliteracy (Sue Thomas), transmedialidad o intermedialidad, sin olvidar otras categorías conexas de alcance más general: transcultural, transdisciplinar... El prefijo trans- nos revela claramente el carácter «nómada» (Belén Gache) de estas nuevas escrituras. Estamos hablando, en concepto general, de la habilidad de leer, escribir e interactuar a través de diversas plataformas, herramientas y medios, desde los gestos y la oralidad hasta las redes sociales digitales, pasando por la escritura manuscrita, la impresa, la televisión, la radio y el cine.

Derrick de Kerckhove propone comprender la cibercultura desde tres grandes ejes: la interactividad, la hipertextualidad y la conectividad. La interactividad, según Kerckhove, es la relación entre la persona y el entorno digital definido por el hardware que los conecta a los dos. Particularmente, el movimiento hacia la lectura y la escritura libres, gracias a estas nuevas herramientas colaborativas, está creando una gran controversia, pero lo cierto es que los internautas no solo se descargan libros, discos o películas, sino que se están lanzando incluso a difundir sus propias ideas en formatos variados de comunicación de igual a igual (aficionado a una temática), es decir, escritura de cuentos y novelas así como narración en audio de historias o creación de ilustraciones personalizadas; internautas que, eso siempre, valoran la interactividad, el hecho de poder participar de algún modo en aquello que reciben, en línea con lo que les promete, por ejemplo, la televisión digital.

Todo ello, además del impacto sobre temas como el consumo o cuestiones legales, revela una convergencia entre humanismo y cibercultura. Lo cierto es que, contra todo pronóstico, se ha producido un acercamiento entre comunicación e informática, entre creación y digitalización. El hipertexto, al liberar al mensaje de la linealidad, al posibilitar diferentes formas de navegar por la Web, ha acentuado el carácter inestable y elástico del texto electrónico, de forma que ha entrenado al usuario en tareas propias de edición: el texto, además de ser leído, puede ser continuado, corregido, modificado, en suma: reescrito y releído, así como redibujado, nuevamente guionizado o versionado en múltiples formatos. Véase a este respecto el concepto de «escrilectores».

 

Implicaciones

 

El concepto de transliteracidad implica la conjunción de diversos códigos, soportes y plataformas de comunicación a los cuales el estudiante acude en su vida ordinaria y académica. Por tanto, el alumno desarrolla sus habilidades en la lectura convencional o la escritura manuscrita y en medios más complejos, relacionados con los nuevos alfabetismos o literacidades (digital, visual, etc.). En este proceso, la ficción fantástica ha tenido un papel importante en cuanto a hacer más fácil la cultura de la convergencia y la participación (Jenkins) a través del éxito de las sagas fantásticas o de fenómenos de escritura imitativa como las fan fictions. De esta manera, el lector polivalente se forma en la medida en que se familiariza con interdiscursos e intertextos que él debe integrar para la comprensión, la construcción del conocimiento y la reflexión crítica, todo lo cual es muy importante para el uso didáctico de la fantasía como contenido y género literario, y para el uso apropiado de los nuevos medios en la educación literaria.

En concreto, este campo tiene una gran aplicación práctica cuando tratamos de confrontar las distintas concepciones actuales de un mismo fenómeno: Web 2.0, Biblioteca 2.0, Aula 2.0, Lectura y Escritura 2.0, e incluso Literatura 2.0. Más que una tecnología, la Web 2.0 y sus afines forman parte de una actitud y de una práctica social, por tanto esto justifica sobradamente la configuración de un equipo a caballo entre lo tecnológico y las ciencias sociales. De hecho, el multiplicar las formas y medios de acceso a la información es lo que justifica que estemos ante un escenario complejo, donde las nuevas narrativas como blog fiction, flickr stories, tweet narrative... dan fe de esta multiplicidad e hibridación de medios y formatos.

Otro aspecto muy importante de este fenómeno es su posición respecto al canon, porque son obras y prácticas asociadas de algún modo a la paraliteratura o a la marginalidad artística. Aparentemente, los textos de fan fiction se presentan como «antitextos» (Lotman), o sea, textos que rompen y desafían las reglas de los que sí son admitidos por el canon; forman parte de una poética singular en la que la pasión por escribir y el afán de compartir con el grupo el universo de ficción en cuestión es lo más importante, y eso repercute en una escritura nueva, que reescribe esos mundos ficcionales en claves nuevas, a lo que hay que añadir las singularidades de la escritura electrónica.

Una experiencia ilustrativa de estas nuevas textualidades es la que ha ofrecido la Casa del Lector mediante la exposición El hilo de Ariadna, explicada así por sus promotores: «Esta exposición ofrece al espectador el posible viaje de los saberes a través de la lectura mostrando distintos laberintos y dibujando un recorrido desde el territorio del mito a las redes de comunicación actuales, pasando por otras formas como las estructuras biológicas creadas por la naturaleza. Y si antes el itinerario del lector era recorrer el tapiz que la Ariadna liberada iba tejiendo a lo largo de los tiempos, es ahora un nuevo lector, navegante por excelencia de otros universos, el que traza las rutas de mundos posibles cuya articulación y sintaxis se definen a partir de los procesos de interacción e intercambio de los discursos».

«La exposición incluye obras que han sido concebidas específicamente para la muestra y se construirán in situ como las de Daniel García Andújar, Antoni Muntadas, Imogen Stidworthy, Gema Álava, o una espectacular instalación interactiva sobre el laberinto de la Casa de Lucrecio en Pompeya».

 

Referencias

 

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de la Universidad Nacional de Lomas de
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Feuer, J., 1987; NO HAY COINCIDENCIAS

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Pugh, S., 2005; NO HAY COINCIDENCIAS

Thomas, S. J. et al., 2007; NO HAY COINCIDENCIAS

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Fecha de ultima modificación: 2014-02-07